Cómo el diálogo puede transformar tu vida
Hemos llegado al final de una etapa de la cultura. Ya no disponemos de
una literatura o un arte que pueda ayudarnos a inventar el tipo de
conversación que necesitamos si queremos superar la reiteración de
nuestra impotencia y confusión. Las descripciones de la desesperación,
la incoherencia y la violencia nos vuelven aún más impotentes. Durante
casi un siglo, se nos ha educado para creer en las virtudes de la
introspección. Pero seguir planteando la vieja pregunta de <<¿quién soy?>>
no puede ayudarnos a avanzar. Por muy fascinante que se considere uno
mismo, existe un límite para lo que uno puede saber de sí mismo. Las
otras personas son infinitamente más interesantes y tienen infinitas más
cosas que decir.
Especialmente ahora en que la gran inspiración de la generación actual
es otorgar a los dos sexos los mismos derechos y el mismo respeto. La
conversación es el mejor medio para crear las condiciones para esto:
mejor que las leyes, porque las leyes no pueden cambiar las mentalidades
y la conversación sí puede. No puede existir una conversación
satisfactoria sin respeto mutuo. El respeto revela la dignidad de los
demás. Empecemos por la vida privada y otras formas de igualdad y se
acabarán extendiendo por la vida pública.
Por eso necesitamos modelos de cómo la conversación desarrolla la
igualdad, modelos creados por un esfuerzo conjunto de hombres y mujeres.
Sabemos muchísimo sobre cómo pueden ir mal las relaciones. Resulta
mucho más duro demostrar cómo pueden ir bien, sin arrogancia o
ingenuidad ni el temor a que una vez analizado el amor, este pierda su
magia. Necesitamos un tipo nuevo de novela y películas que creen la
visión de cómo las personas pueden vivir juntas como iguales, con humor.
Todas las civilizaciones anteriores han tenido modelos de vida
virtuosa. Pero para nosotros no tienen sentido porque parecen
sorprendentemente aburridas. No obstante, existe un número creciente de
personas que, en privado, están haciendo algo verdaderamente interesante
y excitante al intentar darse valor entre ellas. Están haciendo algo
nuevo, porque esta es la primera vez en la historia en que hombres y
mujeres han recibido una educación similar y realizan los mismos
trabajos. No hay nada más difícil que conseguir la confianza sin
arrogancia. Esta es la base de todos los logros que valen la pena.
Necesitamos un arte que muestre cómo crece el coraje. Y si los artistas
famosos están demasiado atormentados para saberlo, entonces tendremos
que hacerlo sin ellos, para darnos cuenta de que también nosotros somos
artistas, aunque humildes, y que generar una conversación entre iguales
es, en este momento, el arte supremo.
Nuestros ancestros creían que podían ser valientes al imitar a héroes
valientes. Nosotros tenemos demasiada conciencia de nuestra fragilidad
para hacer lo mismo y por eso hemos pasado a identificarnos con los
antihéroes. Creo que el héroe de nuestra generación no es el individuo,
sino la pareja, porque dos personas juntas suman más de lo que son por
separado. El teatro más inspirador de la actualidad tiene lugar en
nuestros hogares, cuando las conversaciones improvisadas nos dejan
sentir que los seres humanos no somos sólo criaturas despreciables, sino
que también podemos ser inspiradores, valientes y esperanzados. A veces
ocurre, aunque nos gustaría que aconteciera con mayor frecuencia.
Necesitamos cineastas que nos expliquen cómo puede ocurrir, sin
sentimentalismo ni complacencia. Las películas pueden tener un efecto
revolucionario en nuestras conversaciones. Por primera en la historia
podemos vernos como nos ven los demás.
Nuestras conversaciones privadas marcan una diferencia en el mundo. Una
relación puede empezar química o románticamente, pero la conversación le
añade algo infinitamente precioso. Cuando nuestras ideas se enfrentan y
se transforman mediante el intercambio verbal, adquirimos conciencia de
todo lo que debemos a los demás, de lo mucho que un compañero puede
contribuir al propio desarrollo intelectual, moral y emocional, aunque
uno siga siendo una persona individual y única. En el ámbito privado es
donde se aprende mejor a aceptar las críticas. Dos individuos,
conversando con honestidad, pueden sentirse inspirados por el
sentimiento de que están unidos en una empresa común con el objeto de
inventar un arte de vivir juntos que no se ha intentado antes.
theodore zeldin
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