domingo, 22 de marzo de 2015

LA IMPORTANCIA DEL SEGUNDO CEREBRO*




*Todo indica que nuestra psique está controlada principalmente por el cerebro pero lo que es innegable es que los estados emocionales y los procesos nerviosos no racionales están muy influidos por el /Sistema nervioso entérico/ –popularmente conocido como /Segundo Cerebro/- que es el que se encarga de controlar el sistema gastrointestinal –al que reviste- merced a sus cien millones de neuronas (una milésima parte de las que tenemos en el cerebro pero más de las que hay en la médula
espinal).

 Lo que no es tan conocido es que en él se encuentran los mismos neurotransmisores que en el cerebro craneal y, sobre todo, que en las mucosas del sistema digestivo se produce ¡el 95% de la /serotonina/ y el 50% de la /dopamina/ del cuerpo!
No es pues de extrañar que estudios recientes demuestren que muchos estados de irritación, emociones descontroladas, ansiedad, depresión, hiperactividad, anhedonia y otras anomalías de la conducta estén más relacionadas con la salud intestinal que con desequilibrios en los  neurotransmisores cerebrales.

Aunque los psiquiatras prefieran mirar hacia otro lado.*

Hasta ahora se pensaba que todo lo relacionado con nuestros sentimientos, emociones y pensamientos -en suma, con nuestra conducta-depende de la /mente/, considerada erróneamente aún por muchos médicos sinónimo de /cerebro/.
Por eso los estudios de los neurólogos se centran en el cerebro (consideran  la médula espinal un mero apéndice cuya función no es más que la de conducir los impulsos nerviosos aferentes-del cerebro hacia el resto del cuerpo- y deferentes -desde todo el organismo hacia el encéfalo- utilizando las llamadas fibras neuronales).

En definitiva, una especie de ordenador central del que parte un complejo y larguísimo “cableado” que sirve para transmitir información a todo el organismo y a su vez recogerla, incluida la de los estímulos externos. Sin embargo este esquema simplista se desmorona en cuanto se tienen en cuenta dos cuestiones fundamentales que poco tienen que ver con las neuronas cerebrales: la existencia de un /Sistema nervioso entérico/o cerebro digestivo -llamado popularmente el /Segundo Cerebro-/ y la existencia de casi un centenar de distintos tipos de neurotransmisores que recorren nuestro organismo junto con la sangre llevando información de un lugar a otro que no sólo se generan en las áreas cerebrales y en las sinapsis neuronales sino en muchas de las células no nerviosas del organismo.

 A pesar de su nombre los neurotransmisores no son pues exclusivos del /Sistema nervioso./ Y lo
más importante: prácticamente todas las células del cuerpo tienen receptores para los neurotransmisores (¡hasta los espermatozoides tienen receptores de serotonina!). Y eso quiere decir que la mayoría de las células del cuerpo son capaces de intercambiar información, de comunicarse unas con otras y de actuar, en consecuencia, ¡independientemente del cerebro y del /Sistema nervioso central.

Pues bien, uno de los neurotransmisores más estudiados -se halla involucrado en muchos aspectos importantes de nuestra vida- es la serotonina que hoy se considera una de las claves de la conducta humana.
De ahí que sea la base de la mayor parte de los fármacos utilizados por los psiquiatras y su abundancia se considere signo de salud. Es por ello es la hora de que se asuma algo que muchos desconocen: el 95% de ese neurotransmisor se fabrica *¡en los intestinos!*

*EL SISTEMA NEURONAL DEL APARATO DIGESTIVO*

Hace tiempo se observó que si la conexión entre el cerebro y el /Sistema nervioso entérico/ se interrumpía la función digestiva continuaba inalterada. Y que ello se debe a que el tubo digestivo está recubierto por unos cien millones de neuronas además de otras células especializadas que segregan neurotransmisores de importancia fundamental que actúan no sólo a nivel digestivo sino general y cuya producción afecta tanto a las emociones y sentimientos como a los procesos cognitivos.


Lo explicaría en 1999 el Dr. *Michael Gershon* en su obra -no traducida al español- /The Second Brain (El Segundo Cerebro)/ en la que definió los parámetros esenciales del /Sistema nervioso entérico./
Solo que desde entonces apenas se ha avanzado en el conocimiento de cómo funciona ni en el importante papel que juega en muchas patologías. /“El estado del conocimiento sobre el Sistema nervioso entérico/ -denunciaría el Dr. Gershon en la /Introducción/ de su libro- / ha sido hasta ahora típico del Medioevo”/.

Lo cual no impide que hoy sepamos que está formado por unos 100 millones de células nerviosas que tapizan las paredes del tubo digestivo y que puede ser incorrecta la convicción de que existen tres tipos distintos de neuronas entéricas -aferentes o sensitivas, interneuronas y neuronas efectoras o motoras- pues una revisión efectuada en el 2007 por los doctores *D. Grundy* y *M. Schemann* constataría que en realidad todas ellas tienen propiedades multifuncionales y responden al mismo tiempo que generan fuerzas musculares.
Médicos que además averiguarían que esas neuronas -y los neurotransmisores que segregan- juegan un papel vital en muchos trastornos intestinales que hoy se consideran de etiología o causa desconocida.

Sabemos ya también que en el /Segundo Cerebro/ –es decir, recubriendo los intestinos- hay no sólo neuronas sino glías que cumplen las mismas funciones que sus equivalentes en el encéfalo; solo que en mayor proporción -respecto a las neuronas- que en el cerebro. Por otra parte el Dr. Gershon determinó que entre las distintas células del tubo digestivo hay al menos siete tipos distintos de receptores de serotonina.

Asimismo explicaría que para controlar el complicado proceso digestivo el cerebro entérico utiliza dos tipos de células especializadas: unas localizadas en la mucosa denominadas /neuronas primarias intestinales aferentes (IPANS)/ y otras situadas en capas más profundas denominadas /enterocromafines (EC)./

Las primeras serían como células sensoriales -al estilo de las papilas gustativas- que controlan la consistencia, humedad, contenido en ácidos y glucosa, peso, volumen, etc, de los nutrientes que se van desplazando por el lumen intestinal siendo las segundas las que segregan la serotonina en respuesta a la estimulación de la mucosa. Segregación que origina a su vez la de otros neurotransmisores como la /acetilcolina/ o la /sustancia P/ que promueve los movimientos peristálticos. Y recuérdese que la liberación de serotonina es clave para iniciar o mantener tanto los movimientos peristálticos como todos los demás aspectos físicos y químicos del proceso digestivo.

Serotonina que una vez cumple su función debe ser neutralizada de lo cual se encarga la llamada /proteína transportadora de la recaptación de serotonina/ (/SERT/ por sus siglas en inglés) que también abunda en la pared intestinal.
De hecho las personas que sufren alguna de las denominadas /enfermedades inflamatorias intestinales/ tienen un importante déficit de serotonina siendo ello lo que provoca la excesiva presencia de la misma y lo que termina provocando esas patologías.

Está por ejemplo demostrado que en los casos de /Enfermedad Inflamatoria Intestinal/ que cursan con estreñimiento el uso de agonistas de la serotonina normaliza la motilidad intestinal y, por el contrario, que cuando hay diarreas persistentes un antagonista de la serotonina normaliza los intestinos disminuyendo el dolor y los cólicos.

Cabe agregar que si bien el volumen de producción de serotonina por el sistema digestivo es impresionante no menos notable es el de /dopamina/ pues nuestros intestinos producen el 50% de este neurotransmisor y buena parte de al menos otros 30 neurotransmisores con influencia en el cerebro.

*ACCIÓN DE LOS NEUTRANSMISORES SOBRE EL SISTEMA DIGESTIVO*

Como se sabe la /serotonina/ actúa como mensajero de control de la motilidad gástrica e intestinal así como de todo el proceso químico que tiene lugar en el tubo digestivo desde que los alimentos entran por la boca; está presente pues en todas las etapas de la transformación de alimentos en los nutrientes que luego atraviesan la pared intestinal hasta alcanzar los vasos sanguíneos y linfáticos.

Otro de los neurotransmisores que produce nuestro /Segundo Cerebro/ es el /ácido gamma-aminobutírico/o /GABA /de fundamental importancia en el control del esfínter esofágico. De hecho cuando hay déficit del mismo la válvula se relaja y se producen los famosos reflujos; además puede dar lugar a una hernia de hiato.

En cuanto a las funciones que desempeña la /dopamina/ en nuestro sistema digestivo se sabe poco a pesar de que en él se produce el 50% de la que circula por el organismo; lo único que se ha averiguado es que disminuye la motilidad del intestino delgado y aumenta la del colon.

En cuanto a la /norepinefrina/-neurotransmisor característico del /Sistema simpático/- y la /acetilcolina/ -su antagonista, característica del /Sistema parasimpático/- controlan la motilidad intestinal y un desequilibrio entre ambas puede dar lugar tanto a diarreas persistentes como a un estreñimiento crónico.
Y es que el efecto contractivo sobre los músculos digestivos de la acetilcolina puede producir vómito o diarrea según sea la zona afectada.

La /neurotensina/ es por su parte un neurotransmisor que controla la salida del bolo alimenticio del estómago y su ingreso en el duodeno junto con el control de la secreción de ácidos estomacales.

Cabe añadir que sobre el rol de los demás neurotransmisores o neuropéptidos algunos efectos son bien conocidos - el /óxido nítrico/ relaja, el /péptido intestinal /es vasoactivoy la /sustancia P/ transmite el dolor- pero al igual que en el caso de la /dopamina/ no se sabe bien qué otros papeles juegan en el proceso digestivo. Ni qué rol exacto juegan en los intestinos los demás neurotransmisores que se producen en ellos.

Aunque quizás lo más sorprendente sea el hecho de que nuestros intestinos -o las bacterias de la flora intestinal- también producen /benzodiacepinas, /moléculas que muchos laboratorios farmacéuticos comercializan por ello como tranquilizantes.
Son los casos -entre otros- de fármacos tan conocidos como /Diazepam, Lorazepam, Librium, Valium/…
Descubrimiento reciente por lo que se ignora tanto su papel en los
intestinos como su potencial acción sobre el cerebro.

*EFECTOS DE ESOS MISMOS NEUROTRANSMISORES SOBRE EL ORGANISMO*

Bueno, pues a pesar de todo lo que se ha avanzado en el conocimientos de los neurotransmisores son aún muchos los profesionales de la salud que creen que el /Sistema nervioso entérico/ actúa sólo a nivel local y su único cometido es el de controlar el sistema digestivo.

Cuando no es así ya que los neurotransmisores fabricados por las neuronas digestivas pueden acoplarse a los receptores de _todas_ las células del organismo.

En cuanto a la /serotonina/ hay que agregar que es probablemente el neurotransmisor con más propiedades del organismo y que muchos expertos la consideran la “/hormona del bienestar/” pues entre otras funciones regula el apetito, el deseo sexual, los biorritmos –es decir, los ciclos de sueño y vigilia-, las emociones y la temperatura del cuerpo.

Además, junto a la /dopamina/, la /adrenalina/ y la /norepinefrina/, del miedo, la ansiedad, la agresividady la depresión. Por eso un nivel bajo de serotonina se asocia a numerosas y variadas patologías; desde la fibromialgia hasta los cuadros de depresión o ansiedad.

En cuanto a los otrosneurotransmisores -neurohormonas o aminohormonas que reciben el nombre de /catecolaminas-/  conviene saber que la /norepinefrina/ está considerada una de las hormonas del estrés por sus efectos hiperglucémicos y cardíacos, que la /acetilcolina/ estimula la contracción de los músculos motoresy sin embargo tiene efecto relajante sobre el miocardio, que la /dopamina/ se considera la hormona del placer y del refuerzo o recompensa -estimula la repetición de experiencias
placenteras: comidas, sexo, drogas, etc., incluyendo el aprendizaje, la agresividad y el sometimiento- pero en exceso puede provocar taquicardia mientras su déficit se ha asociadoal parkinson y a problemas de coordinación motora.
Es más, hoy muchos psiquiatras asocian el déficit de /dopamina/ con todo tipo de disfunciones cognitivas: desde el /Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)/ hasta la esquizofrenia y el autismo.

*SALUD MENTAL Y SALUD INTESTINAL*

En suma, el /Segundo Cerebro/ no sólo influye en los aspectos funcionales del sistema digestivo sino que ya que fabrica los mismos neurotransmisores que el cerebro es lógico inferir que influye también en nuestros pensamientos, emociones y conducta.
Los psiquiatras, sin embargo, prefieren mantener la tesis de que todos los problemas cognitivos los causan desequilibrios químicos de los neurotransmisores generados y alojados en el cerebro; probablemente porque de nutrición no saben prácticamente nada y sus protocolos farmacológicos actuales quedarían claramente en entredicho.

La teoría psiquiátrica de la serotonina fue de hecho la base para el desarrollo de un numeroso arsenal de fármacos que sólo ha servido -y sigue sirviendo- para que los laboratorios farmacéuticos se hinchen a ganar dinero tras poner en marcha agresivas campañas publicitarias -tanto a nivel profesional como dirigidas al público- que permitieran hacer creer que los denominados /“recaptadores de serotonina”/ y los /“inhibidores de las aminas eliminadoras de serotonina”/ son
terapéuticamente eficaces en el tratamiento de numerosas patologías.

Por supuesto, obviando que el 95% de la /serotonina/ es fabricada en realidad por las neuronas del /Segundo Cerebro/ y por tanto esos fármacos no sirven para ayudar a ningún enfermo sino más bien para empeorar su estado.

Y no lo decimos nosotros. Lo constató *Irving Kirsch *dándolo a conocer en un artículo publicado en el 2002 con el título /Las nuevas drogas del Emperador/ en el que explicó que los efectos de tales fármacos en la conducta son en el mejor de los casos similares a los de un placebo.

Hablamos de un conocido profesor de Psicología de la /Universidad de Connecticut/ (EEUU) que junto a un equipo de colaboradores utilizó la /Ley de Libertad de Información/ estadounidense para obtener la totalidad de los datos de los ensayos que los laboratorios farmacéuticos utilizaron para que la FDA aprobase la comercialización de sus antidepresivos y ansiolíticos -/Prozac, Paxil, Celexa/, etc.- llegando a la conclusión tras analizarlos exhaustivamente de que sólo en 20 de los 47 ensayos realizados con pacientes deprimidos las drogas parecieron lograr una mejoría superior a la del placebo usado. Número muy inferior al publicado.

Posteriormente, para acabar de demostrar su inutilidad, el doctor *G. M. Mawe* -de la /Universidad de Vermont/ (EEUU)- explicaría que nuestros intestinos producen una proteína denominada /proteína transportadora de la recaptación de serotonina/ (/SERT/ por sus siglas en inglés) que ya se encarga de absorber y eliminar –como si de una gran esponja se tratara- el posible exceso de serotonina en ellos. Varios ensayos con ratones demostrarían de hecho que si hay un fallo en esa proteína se produce una excesiva concentración de serotonina en el lumen intestinal y ello dar lugar a una amplia gama de problemas, desde las temibles enfermedades inflamatorias intestinales hasta el desarrollo de condiciones favorables para la aparición de tumores malignos.

*LAS BACTERIAS DEL SISTEMA DIGESTIVO Y LOS PROBLEMAS MENTALES*

Los investigadores *S. Collins* y *P. Bercik *determinaron por su parte
en un estudio publicado en /Gastroenterology/ que las bacterias intestinales influyen efectivamente en la conducta. Algo que se sospechaba desde hacía tiempo dada la frecuente asociación entre la ansiedad y la depresión con patologías gastrointestinales.

Trabajando con ratones de laboratorio ambos investigadores observaron primero que cuando se alteraba su flora intestinal mediante antibióticos los ratones se volvían más cautos o ansiosos alterándose sus neurotrofinas u hormonas de la neurogénesis. Y, luego, que cuando se suspendía la administración de antibióticos orales y la flora bacteriana original se reponía tanto la conducta de los ratones como la química cerebral volvían a la normalidad. Para confirmarlo esos investigadores colonizaron ratones estériles –es decir, sin flora intestinal y genéticamente pasivos- con bacterias intestinales extraídas de ratones con conducta anómala y pronto comprobaron que se volvían más activos. Y, por el contrario, que ratones normales pero estériles se volvían pasivos si se colonizaba su flora intestinal con bacterias procedentes de ratones pasivos.

De ahí que infirieran que si bien son muchos los factores que influyen en la conducta no cabe duda de que uno de ellos es la estabilidad de la flora intestinal. Es evidente que los resultados de este estudio abren la puerta a investigar las relaciones entre el sistema digestivo, su flora bacteriana y las alteraciones conductuales. Aunque la mayoría de los psiquiatras, en un ejercicio de autismo voluntario, prefieran ignorarlo.

Aunque hay excepciones. Es el caso del Dr. *Charles Raison*, neurocientífico que dirige un equipo en la /Universidad de Emory/ (EEUU) quien publicó un extenso trabajo de síntesis bibliográfica en /Archives of General Psychiatry/ en el que expone las relaciones que distintos investigadores de todo el mundo han encontrado entre la flora intestinal, los procesos inflamatorios y la depresión.
Según él los microorganismos que pueblan nuestro intestino son el resultado de un proceso evolutivo de millones de años y se relacionan con el /Sistema inmunitario/ humano “educándolo” para que tolere una serie de estímulos no patogénicos y potencialmente proinflamatorios.
 Solo que si se rompe el equilibrio entre la flora intestinal y el /Sistema inmunitario/ pueden producirse procesos inflamatorios iniciados hasta por estímulos aparentemente inofensivos.
Es el caso de una alergia estacional -inflamación de los conductos respiratorios- producida por una sustancia normalmente inocua como el polen. Y en casos más preocupantes las que dan lugar a las llamadas “enfermedades autoinmunes”.
 Para Raison, por ejemplo,la depresión es probable que se deba a una agresión de citoquinas proinflamatorias exacerbadas segregadas por células inmunitarias no atenuadas por la flora intestinal.

Hoy se sabeademás que los leucocitos tienen receptores para casi todos los neurotransmisores -en especial para la serotonina y la dopamina- y sin embargo nunca se ha seguido esta vía de investigación para relacionar las enfermedades mentales… ¡con el /Sistema inmunitario/! ¿Y por qué? A fin de cuentas muchas de las personas afectadas por problemas psíquicos muestran también los clásicos síntomas de las enfermedades autoinmunes: desde alergias hasta la llamada enfermedad de crohn o la esclerosis múltiple.

Hoy sabemos que la /serotonina/ es el principal neurotransmisor que regula nuestras emociones seguido de la /dopamina/ y que el 95% de la /serotonina/ y el 50% de la /dopamina/ que circulan por el organismo se produce en los intestinos… luego es inexplicable que los neurólogos y psiquiatras no relacionen ambos hechos y prefieran gastarse auténticas millonadas en investigar las funciones de las denominadas “áreas cerebrales”.

Afortunadamente hay cada vez más investigadores que empiezan a darse cuenta de que de la salud del sistema digestivo dependen a menudo nuestras emociones,  pensamientos y conducta.

Ahora bien, dejemos claro que la salud del sistema digestivo y el funcionamiento óptimo del /Segundo Cerebro/ no se refiere sólo al estado de los tejidos del tracto digestivo sino también a laabundante y variable flora intestinal.
Y conviene incidir en este punto porque si bien las células del epitelio intestinal y su mucosa poseen un ADN definido cuyo genoma ha sido estudiado con bastante precisión en la flora intestinal hay un mínimo de 500 genomas distintos y cada uno de ellos puede fabricar valiosísimas proteínas que nuestro propio genoma no es capaz de sintetizar.

Y proteínas son las hormonas, los neurotransmisores, las enzimas y miles de moléculas más cuya ausencia o presencia, exceso o déficit, son fundamentales para la transformación de los alimentos en nutrientes.

Recordemos que toda la vida sobre el planeta -desde las plantas más sencillas hasta los animales más complejos- se valen de otros seres para sobrevivir. No hay vida sin simbiosis. Bacterias, hongos y parásitos intercambian moléculas unos con otros y se aseguran tanto su supervivencia como su capacidad para reproducirse e, incluso, para evolucionar y adaptarse a los cambios ambientales. Y el ser humano -como todos los animales- es el resultado de millones de años de evolución por lo que así como evolucionó su organismo evolucionaron junto con él sus microorganismos simbióticos; muy especialmente… ¡su flora intestinal!

Veamos para entenderlo mejor algunos ejemplos que constatan hasta qué punto los cambios en el equilibrio del sistema digestivo-flora intestinal pueden influir tanto sobre las disfunciones intestinales como sobre la salud mental. Relacionando incluso simples estados emocionales con las características de la flora bacteriana.

Una investigación publicada en el 2011 en /Neurogastroenterology & Motility/efectuada conjuntamente por los doctores *R. Diaz-Heijtz *y *S. Pettersson* del /Instituto del Cerebro/ de Estocolmo (Suecia) y el doctor *M. L. Hibberd* del /Instituto del Genoma/ de Singapur comparó las conductas de ratones nacidos en condiciones normales con otros a los que desde su nacimiento se les había criado en un ambiente estéril -sin bacterias- y carecían de flora intestinal. Pues bien, pronto observaron que estos últimos mostraban una conductademasiado atrevida que les hacía correr riesgos innecesarios.
Luego estudiaron sus cerebros y descubrieron que los segundos no expresaban ciertos genes relacionados con el aprendizaje, la memoria y el control neurosensorial. Era pues evidente que la ausencia de ciertas bacterias de la flora intestinal normal había provocado profundos cambios en su desarrollo neuronal. Por consiguiente las bacterias no sólo parecen regular la segregación de neurotransmisores -como la /serotonina/ y la /dopamina/- sino incluso ¡la propia función sináptica! Claro que como ya hemos dicho la /dopamina/ está considerada el neurotransmisor del aprendizaje y la recompensa y el 50% la produce el /Sistema nervioso entérico /o /Segundo Cerebro/.

En un ensayo de laboratorio realizado por el equipo del doctor *J. Bravo* -publicado en el 2011 en /Proceedings of the National Academy of Sciences-//se demostró asimismo que los ratones alimentados con Lactobacillus rhamnosus //mostraban menores niveles de estrés, ansiedad y depresión que los alimentados con su dieta habitual; incluso se midió en sangre un menor contenido de //cortisol//, considerada la “hormona del estrés”. //Aún más: comprobaron que los ratones alimentados con el probiótico mencionado mostraban cambios en la expresión de los receptores del neurotransmisor GABA de las neuronas cerebrales lo que implica que el desequilibrio de la flora intestinal puede afectar al funcionamiento del cerebro./

Otra excepción en el mundo de los neurólogos y psiquiatras lo constituyen la doctora *L. Desbonnet* y sus colaboradores del Departamento de Psiquiatría de la/Universidad de Cork/ (Irlanda).

Estos separaron crías de ratones de sus madres -algo que ya se ha demostrado les provoca un fuerte estrés y depresión- y los dividieron en tres grupos: a los ratones de uno se les utilizó como control, a los del segundo se les dio un antidepresivo y a los del tercero se les alimentó con un probiótico: el /Bifidobacterium infantis./
Pues bien, la prueba demostró que los alimentados con el probiótico no solo habían reducido más su nivel de estrés que los que tomaron el antidepresivo sino que además normalizaron la respuesta inmune disminuyendo el número de citoquinas proinflamatorias.

El doctor *E. Campioli* y su equipo de la /Universidad de Módena /(Italia) llegaron por su parte a la conclusión -tras hacer varios experimentos con ratones- de que la flora intestinal produce importantes cantidades de /benzodiacepinas/ y de que es posible regular su concentración en sangre suplementando simplemente la dieta con probióticos y prebióticos.

Posteriormente un equipo dirigido por el doctor *A. V. Rao* haría en la /Universidad de Toronto/ (Canadá) un estudio con 39 personas afectas de fatiga crónica –el artículo se publicó en el 2009 en /Gut Pathogen (BioMedCentral)-/ a los que se dividió en dos grupos a uno de los cuales se les dio un placebo y a los del otro un probiótico -el /Lactobacillus casei Shirota (LcS)- /durante dos meses.
Bien, pues entre los que recibieron el probiótico se redujeron significativamente los índices de ansiedad y depresión demostrándose así de nuevo la clara influencia de la flora intestinal en los problemas psicoemocionales. Lo singular es que en la bibliografía de ese trabajo se habla de dos estudios publicados en 1909 y 1910 en los que ya se señalaba/“la influencia de las bacterias del ácido láctico sobre la melancolía”./ Siendo otro artículo interesante el del doctor *G. Shera* -publicado en 1930 en el /Journal of Mental Science- /ya que encontró en 53 pacientes con problemas mentales la ausencia de dos bacterias intestinales: la /Streptococcus/ y la /Acidophillus/.


En suma, según se desprende de lo expuesto la relación entre una buena salud mental y emocional y un sistema digestivo con una flora bacteriana normal y beneficiosa parece clara.

Lo que aún desconocemos es cuáles son las sustancias psicoactivas que participan en el proceso.

No sabemos exactamente si las bacterias regulan los neurotransmisores del /Segundo
Cerebro/ o bien si simplemente eliminan neurotoxinas que ejercen un papel de agonistas o antagonistas de los neuropéptidos que regulan nuestra conducta.

Algunos investigadores prefieren proponer que el papel de las bacterias es simplemente el de permitir un proceso digestivo completo en el que se liberan todos los aminoácidos necesarios para el organismo así como las vitaminas y aceites esenciales que garantizan la vida; materias primas básicas para que nuestro cuerpo sintetice las hormonas, neuropéptidos y enzimas imprescindibles para conservar la homeostasis total: energética, psíquica, física y emocional.

En cualquier caso es cada vez más evidente que la salud depende de lo que bebemos e ingerimos. Y ello no excluye ni a las llamadas patologías mentales, ni a las autoinmunes, ni al cáncer.




domingo, 11 de enero de 2015

Construcción de la imagen corporal en mujeres con sobrepeso

 

 

 Uno de los problemas más graves de salud es la obesidad, la cual acarrea muchos problemas físicos,fisiológicos, hormonales, psicológicos y sociales.
En general, todos los autores concuerdan en definir a la obesidad como un aumento
del tejido adiposo. la describen como una acumulación excesiva del tejido adiposo que se traduce en el aumento del peso corporal. A su vez, la obesidad se divide en cuatro tipos, de acuerdo con el índice de masa corporal (IMC):

 si el IMC es de 20 a 26.9%, ello es indicativo de peso normal; 
si está entre 27 y 29.9%, se trata de obesidad en primer grado o sobrepeso; 
si se encuentra entre 30 y 34.9%, es obesidad en grado II; 
si está entre 35 y 39.9, se trata de obesidad en grado III, 
y si es mayor a 40% es grado IV u obesidad mórbida.

Lo anterior deriva en problemas sobre todo psicológicos, y entre los principales y más investigados está la imagen corporal. En general, la mayoría de las definiciones incluyen tres aspectos interrelacionados: perceptivos, cognitivos y conductuales, como lo muestra la definición de Rosen, Orosan & Reiter (1993), quienes definen la imagen corporal como un constructo personal, como un concepto que se refiere a la manera en que uno percibe,imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo. Raich, Mora & Marroquín (2000) consideran el trastorno dismórfico corporal como una experiencia intensa de fealdad o   anormalidad imaginada. Lo anterior significa que se contemplan factores perceptivos y subjetivos como satisfacción, insatisfacción, preocupación, evaluación cognitiva, ansiedad y aspectos conductuales. A diferencia del esquema corporal, constituye un patrón al cual se refieren las percepciones de posición y colocación, información espacial del propio cuerpo
y las intenciones motrices como la realización del gesto, poniéndolas en correspondencia, lo que tiene que ver con aspectos de integración de nuestro cuerpo, tales como espacio, lateralización y postura.

Entonces, nuestra imagen corporal es un fenómeno construido, lo que Landfield &
Leitner (1987) consideran como un proceso de construcción y reconstrucción en el cual la
persona intenta comprender psicológicamente su mundo interno y externo por medio de
dimensiones personales de conciencia basadas en contrastes de significado. Estas dimensiones
de conciencia, o constructos personales, se forman por los procesos de diferenciación y de
integración, es decir, de encontrar semejanzas y diferencias entre los distintos hechos. La
persona experimenta su vida, teniendo en cuenta series de hechos de los que abstrae los
temas recurrentes y sus contrastes. Este doble proceso de abstraer y contrastar, define la
construcción o interpretación como un asunto que puede englobar lo que conocemos como
sentimientos, valores y comportamientos, y puede ser concebida a diferentes niveles de
conciencia, siendo este un proceso extraordinariamente bipolar. Respecto a la bipolaridad,
Kelly refiere que los constructos se construyen o forman por medio de la contratación; así,
el negro no existe sin el blanco.

Para Kelly (1991) los constructos personales son guías que ayudan a anticipar el mundo, de tal manera que son los monitores para interactuar con el mundo real. Así, la persona ya va con alguna idea sobre lo que es un hecho o evento. “La teoría de Kelly es extremadamente compleja pero se basa en la suposición singular y fundamental de que la conducta humana está determinada por lo que él denomina constructos personales, o formas de anticipar el mundo” (Bernstein & Douglas, 1989: 81).
 
Estos constructos no se forman en un instante sino que, como señala Kelly (en Landfield
& Leitner, 1987), un constructo y el propio acto de construir se realiza con base en las conclusiones que se obtienen de experiencias pasadas y sirve para anticipar el futuro, como un puente entre el pasado y el porvenir.
La función principal de los constructos es anticipar los hechos, como refieren Banister & Maer (en Landfield & Leitner, 1987), quienes consideran que los constructos personales son estructuras que facilitan la mejor comprensión de los hechos futuros. Así, la metáfora el hombre-el científico significa que la persona, como el científico, está haciendo preguntas continuamente sobre su mundo con la esperanza de comprenderlo mejor. Pero además dichos constructos nos enseñan la forma en que se construye su realidad, en 11 corolarios de construcción.


 COROLARIOS DE CONSTRUCCIÓN

Kelly (1991) formula 11 corolarios donde señala la forma en que las personas construyen
su realidad:


 1. De construcción: Una persona anticipa los acontecimientos construyendo sus réplicas.

2. De individualidad: Las personas se diferencian unas de otras en su construcción de
los hechos.

3. De organización: Cada persona, al anticipar los acontecimientos, desarrolla para
su conveniencia un sistema característico de construcción que engloba relaciones
ordinales entre constructos
.
4. De dicotomía: El sistema de constructos de una persona está compuesta por un
número finito de constructos dicotómicos.

5. De elección: Una persona elige para sí misma aquella alternativa de un constructo
dicotómico que le permite anticipar las mayores posibilidades de extensión y definición
de su sistema.

6. De radio de acción: Un constructo sirve para anticipar una gama finita de acontecimientos.

7. De experiencia: Un sistema de constructos de una persona varía a medida que construye
sucesivamente los hechos.

8. De modulación: La variabilidad del sistema de constructos de una persona está limitada
para la permeabilidad de los constructos dentro de cuyo rango de conveniencia
señalan una variante.

9. De fragmentación: Una persona puede emplear sucesivamente muchos subsistemas
de constructos que ella infieren que son mutuamente incompatibles.

10. De comunidad: En la medida que una persona utiliza una construcción de la experiencia
similar a la utilizada por otra, sus procesos psicológicos serán similares a los
de la otra persona.

11. De sociabilidad: En la medida que una persona construye los procesos de construcción
de otra, puede desempeñar un papel o rol en los procesos sociales que afectan
a la otra persona (Landfield & Leitner, 1987).



Uno de los puntos clave de la teoría de Kelly (1991) es que, al igual que el científico, estamos anticipándonos a los hechos, por lo que constantemente nos anticipamos a los hechos futuros, por lo cual un hecho interpretado continuamente es convertido en un constructo que predecirá los hechos del mañana. De lo anterior puede concluirse: ¿por qué nos trastornan los cambios repentinos? Es así como se proveen los constructos, experiencia recurrente, emoción, conducta, lo cual dará como resultado una teoría o constructo que predecirá los hechos futuros (Landfield & Leitner, 1987). 

Además, puede decirse que las personas tienen su propia teoría personal de lo que sucederá.
Como todo científico, el hombre también tiene una teoría de lo que es el mundo o los fenómenos. Estas teorías están compuestas de hipótesis. Asimismo, uno de los principales cometidos de los investigadores es explorar y poner a prueba hipótesis al igual que las personas que ponen a prueba sus hipótesis personales, validando así sus constructos personales.

Por lo tanto, cuando una persona utiliza sus constructos en la anticipación de los hechos, comprueba la utilidad de los mismos valiéndose de pruebas validantes. La validación se refiere a las anticipaciones personales que son corroboradas. Kelly (1991) deja en claro que las teorías son construcciones que ha hecho alguien (en este caso, él mismo) y no verdades absolutas. Y para entender una teoría o cualquier otra construcción hay que verla como las conclusiones que alguien ha obtenido de la experiencia como los constructos que le son más útiles para anticipar, comprender y predecir los acontecimientos a los que se refiere.

Así, la imagen corporal no sólo es una representación de nuestro propio cuerpo sino
que está mediada por constructos. Por ejemplo, para referirnos a una persona obesa le
llamamos gorda, pero puede tener un significado distinto: de cariño, despectivo o hasta
insultante, de manera que no es una simple representación mental, ya que tiene que ver
con el significado que le demos, es decir, qué sentido tiene.

 Desde cuándo comienza esta construcción


Para Rodin (1993) esta construcción comienza desde la niñez, con la familia. Los recién nacidos desarrollan el sentido de la realidad coordinando su mundo interior de sensaciones corporales con el mundo exterior. Recuérdese que el psicoanálisis postula que los niños comienzan con sensaciones, de ahí las etapas oral, anal y fálica. Para Piaget (1994) las acciones hacen que promuevan esquemas y después otros nuevos, esto a nivel individual. Pero uno de los factores que incide sobremanera en la construcción de nuestro mundo es el social, y sólo podremos saber cómo lo construye la persona deduciendo sus respuestas o conducta.


Familia


El primer factor de análisis en lo referente al cuidado del cuerpo inicia con la familia, pues a partir de ahí se aprenden los hábitos alimenticios: qué comemos, a qué hora y el tamaño y la cantidad de los alimentos. Rodin (1993) señala que los padres y los maestros imparten al niño que el cuerpo sea una sospecha. Para muchas personas la experiencia de sus propios cuerpos está muy tergiversada, o rodeada de culpa, o ambas cosas, por ejemplo, cuando se les reprime al intentar conocer ciertas partes de su cuerpo y los padres reaccionan de manera escandalosa. Tal es el caso de la obesidad, y actualmente se desarrollan actitudes antigordura. Ser gordo (obeso) en la infancia es estar expuesto a burlas, críticas y a no ser aceptado en un grupo, de ahí que las personas comiencen a tener actitudes agradables o desagradables de su cuerpo, sobre todo las mujeres.
Para muchas personas el constructo obesidad está relacionado con individuos que tienen problemas en el nivel físico, son blanco de burlas y tienen problemas de tipo social, como no encontrar novia o ser poco atractiva(o). Si vemos a una persona con sobrepeso u obesidad, nuestra teoría personal se activa en forma de juicios acerca de cómo es esa persona. Así, como señala Rodin (1993), desde la guardería las criaturas más atractivas son más populares entre sus compañeros. También menciona que los maestros comparten esa elección, al seleccionar a los niños más atractivos y calificar a los más hermosos como si fuesen más inteligentes y eficaces. De hecho, en las escuelas privadas seleccionan a los niños más atractivos para mostrar una imagen del colegio.

Otro interesante ejemplo de cómo las personas perciben la obesidad ha sido descrito por Cáceres (2005) quien señala que las causas del sobrepeso y de los trastornos alimentarios relacionados con la alimentación se expresan en dos niveles. Cuando se habla de sobrepeso, o incluso de obesidad, a menudo se les refiere como si fueran fundamentalmente el producto de las decisiones individuales, el producto del seguimiento de una mala alimentación o de una mala construcción de la dieta. Sin embargo, en la adolescencia están obligados a evaluar de nuevo su imagen corporal que construyeron durante su infancia y a formar una nueva, apropiada a su sí mismo en maduración. Y de aquí surgirá la manera como la persona valorará su imagen corporal, ya sea que la experimente de manera agradable o desagradable, y describirá si es bonito o si distorsiona su imagen, como cuando utiliza apodos para describir su cuerpo. De hecho, muchas personas con problemas de obesidad describen su cuerpo de maneras diversas al decir que su cuerpo es como una botella, pelota, balón, oso, entre otros.


ENFOQUE SOCIOCULTURAL


La cultura proporciona estereotipos del ideal de persona que deberíamos ser; es decir, construye un prototipo de imagen corporal difícil de conseguir, de tal forma que actualmente las personas la siguen. Rodin (1993) señala que en Estados Unidos, en un informe publicado por la American Society of Plastic and Reconstructive Surgeons  en 1985, sus 2700 cirujanos realizaron 477 000 cirugías estéticas en 1984, 61% más que el año pasado. 

Entre las prácticas más realizadas para mejorar la apariencia figuran las siguientes:

 Dermoabrasiones (pelado de la piel)
Abdominoplastia (reducción del abdomen)
Mastopexia (levantamiento de pechos)
Otoplastia (orejas)
Trasplante de cabello

De este modo, entendemos que para las personas el constructo obesidad también se relaciona con que son poco atractivas y no les queda la ropa de moda. Al respecto, Rodin (1993) señala que entre las adolescentes y los adultos, a las personas atractivas se las ve como poseedoras de las características socialmente deseables. Se cree que tienen más éxito y que llevan una vida satisfactoria, por lo que muchas personas obesas se consideran de esta manera y desarrollan una aversión a la gordura, que se traduce en conductas no apropiadas para mejorar la imagen corporal.

Lo anterior lleva a crear una teoría personal de alguien que es atractivo. Por ejemplo, si usted supone que alguien es antipático, tiende a comportase de manera que extraiga lo que haya de antipático en esa persona. Si piensa que alguien es maravilloso, lo más probable es que esa persona se comporte como tal (así es como se activa nuestra teoría personal). Pero no todo queda ahí sino que, una vez más, la cultura da la enfermedad pero también vende la cura. Un número considerable de mensajes de televisión son utilizados para mostrar un cuerpo estético, perfecto, con el afán de vender desde suplementos alimenticios hasta accesorios, como las fajas modeladoras, y artefactos para hacer ejercicios sin mucho esfuerzo, todo para bajar de peso, provocando una verdadera aversión por la
obesidad, pero también construyendo un estereotipo de hombre y de mujer muy difícil de lograr, lo cual ayuda a nuestra construcción de un cuerpo saludable, superficial y con una información muy parcial.

Así, nos construyen una imagen corporal de manera muy superficial y con información muy parcializada, lo cual se evidencia en la forma de cuidar el cuerpo. En las mujeres con sobrepeso se observa que sólo consideran que una dieta las haría bajar de peso sin tomar en cuenta otras opciones. Actualmente las dietas se han convertido en una de las opciones poco utilizadas por las personas, ya que es considerada como una forma demasiado rígida y muy difícil de llevar a cabo para muchas mujeres, por lo que recurren a otras opciones menos rígidas y más rápidas, con soluciones sin mucho esfuerzo, de ahí que constantemente salgan a la luz muchos productos, muy sencillos y también muy caros. 
En cambio, otras personas sólo consideran hacer ejercicio, tomar mucha agua o comer sólo verduras, desde su teoría personal acerca de cómo bajar de peso, sin considerar los diversos factores que intervienen en este proceso. Así, existen mujeres que experimentan mucha frustración al utilizar dietas que no les han sido de utilidad en sus propósitos, de tal suerte que no vuelven a realizarlas y tienen que buscar algunas formas más superficiales como las que se publicitan en televisión.

CONCLUSIONES

Nuestra imagen corporal es una representación mental que está mediada por constructos personales, los cuales forman la teoría personal acerca de nuestro propio cuerpo y los cuales nos harán sentir, pensar y actuar. Así se forma esa teoría personal desde la niñez, en cuya construcción intervienen padres, maestros, hermanos, vecinos, amigos, entre otros.
El ambiente sociocultural también intervendrá en la forma como debemos vernos. Esto, se observa en los mensajes de televisión en donde aparece una mujer esbelta, inteligente, sociable y muy atractiva. De esa manera, el constructo delgadez está más relacionado a personas con éxito, más sociables, atractivas, inteligentes y, sobre todo, a ser aceptadas en   un grupo de manera más fácil. En cambio, el constructo obesidad está más relacionado con problemas de tipo físico y fisiológicos, e identificándose con personas menos atractivas, más lentas y torpes, y que no podrán ser aceptadas en un grupo. 
En consecuencia actualmente ya no se piensa en las personas gorditas como bonachonas y “buena onda” sino como personas enfermas en los aspectos psicológico, social y físico.
Así, los medios de comunicación y todos los que intervienen en la construcción de la imagen corporal, provocan una verdadera aversión hacia la obesidad y causan en las personas otros tipos de problemas, como anorexia o bulimia, así como mucha insatisfacción por el propio cuerpo, sobre todo en la población adolescente, que es más vulnerable a los mensajes publicitarios. Incitando a las personas a realizar conductas peligrosas tales como dejar de comer, tomar laxantes, comprar costosos e inútiles aparatos para ejercicio y adquirir productos dietéticos (que pueden dañar al organismo si no se utilizan con moderación), todo con tal de bajar de peso, de manera fácil. Así, el manejo de la información es muy parcial y superficial, lo que conduce a utilizar esta información de la misma manera, es decir, si pensamos que con sólo una dieta vamos a bajar de peso, sin considerar que nuestro organismo es diferente a los demás, nos quedaremos sólo con esa idea y no tomaremos en
cuenta otras opciones.

Francisco Navarro Santos

REFERENCIAS
Bernstein, D.A. y Nietzel, M.T. (1989). Introducción a la psicología clínica. México: McGraw Hill.
Cáceres, J. (2005). La incidencia de la preocupación por la imagen corporal en las elecciones alimentarias
de los jóvenes. Zainak. Cuadernos de antropología-etnografía, 27. 165-177.
Vargas L, Bastarrachea,R.A., Laviada, H., González, J., & Ávila, H. (2002). Obesidad consenso. Fundación
Mexicana para la Salud, A.C. México: McGraw-Hill Interamericana Editores.
Landfield A.W. & Leitner L.M. (1987). Psicología de los constructos personales. España: Desclee de
Brower.
Rodin J. (1993). Las trampas del cuerpo: cómo dejar de preocuparse por la propia apariencia física. Barcelona:
Paidós.
Rosen, J. C., Orosan, P. & Reiter, J. (1993). Cognitive Behavioral Therapy for Body Dysmorphic Disorder.
Submitted for Publication. Department of Psychology. U.S.A., University of Vermont. Vt.
Saldaña, C. & Rossell, R. (1988). Obesidad. Barcelona: Martínez Roca.
Raich, R. M., Mora, M. & Marroquín, H. (2000). Tratamiento cognitivo-conductual en alteraciones
alimentarias: una experiencia grupal. Revista de psicología contemporánea. 7, 1, 48-55.
Kelly, G.A. (1991). The psychology of personal constructs (vols. 1 y 2). London, Routledge.
Piaget, J. (1994). El nacimiento de la inteligencia del niño. México: Grijalbo.







miércoles, 7 de enero de 2015

¿Por qué las psicoterapias inefectivas aparentan funcionar?

 






Una persona con depresión comienza terapia; 2 meses después sus síntomas han disminuido considerablemente. ¿Se debe su mejoría al tratamiento?

La respuesta correcta es “no lo sabemos”. Por un lado sabemos que las psicoterapias basadas en la evidencia pueden aliviar muchos problemas clínicos, de modo que la mejoría puede deberse al menos parcialmente a las intervenciones terapéuticas. Por otro, sabemos que no podemos sacar conclusiones válidas respecto a la efectividad del tratamiento en ausencia de las salvaguardas metodológicas respecto de los errores inferenciales, tales como contar con medidas de resultados validadas, grupos control randomizados y método de doble ciego. Y sin embargo, clínicos e investigadores caen en el error de afirmar que el tratamiento “funcionó” cuando la evidencia para realizar esa inferencia es insuficiente.

El error de afirmar que un tratamiento es efectivo teniendo evidencia inadecuada es frecuente, entendible y a la vez problemático.

Hay algunas razones por las cuales las personas pueden inferir que la psicoterapia es efectiva aun cuando no lo es. Estas fuentes de error inferencial son denominadas causas de efectividad terapéutica espuria (CSTEs: causes of spurious therapeutic effectiveness) y el hecho de no conocerlas puede llevar a los clínicos a asumir que pueden confiar en observaciones clínicas informales para decidir si las intervenciones son efectivas.

La dificultad para reconocer la amenaza de las CSTEs es en parte un producto de procesos cognitivos naturales que dificultan a los clínicos, a los pacientes  y a los investigadores una percepción y evaluación adecuada del cambio terapéutico.

Obstáculos Cognitivos para evaluar el Cambio Terapéutico

El obstáculo más general es el hecho de que el pensamiento científico no se da de manera natural (McCauley, 2011; Wolpert, 1992). Es un pensamiento que debe ser aprendido y practicado sistemáticamente porque requiere un cuestionamiento de las intuiciones del sentido común, como por ejemplo nuestra tendencia a percibir relaciones causales donde no las hay (Bloom & Weisberg, 2007; Cromer, 1993). La mayoría de los errores del juicio que provienen de las CSTEs reflejan probablemente las percepciones e interpretaciones rápidas e intuitivas que dejan por fuera explicaciones alternativas del cambio terapéutico.

    Caen en el error de afirmar que el tratamiento “funcionó” cuando la evidencia para realizar esa inferencia es insuficiente

Cuatro obstáculos cognitivos son la base de la mayoría de las CSTEs -las cuales son entendidas como instancias específicas de estos obstáculos en el contexto de la psicoterapia.

Realismo Ingenuo


Es un concepto que proviene de la filosofía y se refiere al supuesto de que el mundo es exactamente como lo vemos (Ross & Ward, 1996; Segall, Campbell, & Herskovits, 1966). Muchas expresiones de la vida cotidiana demuestran el poder que tiene el realismo ingenuo sobre nuestro pensamiento: “ver para creer”, “lo ví con mis propios ojos”, “lo que ves es lo que hay”. Esta heurística (atajo mental) lleva a focalizarnos en lo más obvio de nuestro ambiente y a ignorar información más sutil. El realismo ingenuo es erróneo por la simple razón de que el mundo no es tal cual lo percibimos y, extremando las cosas, podríamos decir que en realidad se trata de “creer para ver”.

Este obstáculo tiene implicancias importantes cuando evaluamos los resultados de la psicoterapia: puede llevar al clínico a confiar en sus propios juicios intuitivos y, como consecuencia,
a :  1) percibir erróneamente un cambio cuando no se produce, 2) interpretarlo erróneamente cuando sí se produce o 3) ambos a la vez.

Esto nos recuerda, también, un principio que es en general olvidado: el “cambio que ocurre tras la terapia” no es equivalente al  “cambio debido a la terapia”, un error lógico habitual conocido como post hoc, ergo propter hoc (después de esto, por lo tanto, a consecuencia de esto).

Sesgo de Confirmación


Se trata de la tendencia común a buscar evidencia consistente con la propia hipótesis y a negar, rechazar o distorsionar la que no lo es (Lilienfeld, Ammirati, & Landfield, 2009; Nickerson, 1998). Aunque se trata de un fenómeno cognitivo, éste puede ser alimentado por emociones y deseos, conformando lo que se ha denominado “razonamiento motivado”. Debido a que lo clínicos quieren que sus pacientes mejoren, pueden ser llevados a percibir cambio cuando no lo hay. Más específicamente, el sesgo de confirmación puede llevar a los clínicos a prestar atención a los “aciertos” e ignorar los “errores” y, así, a sobreestimar el grado en que sus intervenciones se asocian con la mejoría subsiguiente.

Causalidad Ilusoria


El filósofo David Hume (1748) sostenía que los humanos son proclives a percibir relaciones causales entre los fenómenos aun cuando no las hay. Las investigaciones sobre causalidad ilusoria corroboran esta perspectiva. Hay dos posibles explicaciones para el fenómeno de causalidad ilusoria que no se excluyen mutuamente (McArthur, 1980). La primera es perceptual: los individuos tienden a atribuir causalidad al estímulo más vívido y prominente de sus campos visuales y a otorgar menos importancia causal a lo que se encuentra en segundo plano (Lassiter, Geers, Munhall, Ploutz-Snyder, & Breitenbecher, 2002). La segunda es cognitiva: los individuos recuerdan más la información proveniente de estímulos más prominentes en su campo visual que los que están en el fondo o segundo plano (Taylor & Fiske, 1978). Con la ayuda de la heurística de disponibilidad, por medio de la cual medimos la probabilidad de un evento considerando su accesibilidad en la memoria, llegamos a ver a ese evento prominente como el que tiene más influencia.

    “Cambio que ocurre tras la terapia” no es equivalente al  “cambio debido a la terapia”

Debido a la causalidad ilusoria, clínicos, pacientes e investigadores pueden llegar a la conclusión de que el tratamiento posee un efecto causal sobre el paciente cuando no es así. La mejoría del paciente en las sesiones de terapia es claramente visible para el clínico mientras que explicaciones rivales de esa mejoría (cosas que le ocurren al paciente fuera de las sesiones, efecto placebo, etc) rara vez son consideradas. Y como consecuencia, a estas explicaciones se les asigna menor peso causal.

Ilusión de Control


Es la tendencia a sobreestimar nuestra capacidad para influenciar eventos (Langer, 1975). Por ejemplo, la mayoría de las personas prefieren elegir ellas  mismas un ticket de lotería o tirar una moneda para tomar una decisión antes de que otro lo haga por ellas, a pesar de que eso no aumenta la probabilidad de mejores resultados. Esta ilusión puede predisponer a los terapeutas a creer que tienen más influencia causal sobre sus pacientes de la que en realidad tienen. Esta ilusión de control ocurre con más frecuencia cuando la persona en cuestión: a) está personalmente involucrada en los comportamientos, b) está familiarizada con la situación, c) conoce el resultado deseable, d) tiene una historia de éxitos en la tarea (Thompson, 1999). Como habrán notado, casi todos (sino todos) estos criterios los cumple la figura del terapeuta. De hecho, cuando las intervenciones son seguidas  por mejorías, los terapeutas suelen concluir que ellos son los agentes causales activos aun cuando no lo son (Matute, Yarritu, & Vadillo, 2011).

Estos cuatro obstáculos cognitivos podrían ayudarnos a comprender por qué algunos terapeutas sobreestiman los resultados positivos de sus pacientes. De una muestra de 129 terapeutas, el terapeuta medio se calificó a sí mismo en el percentil 80 en términos de efectividad y habilidades. El 25 % de los participantes se calificó en el percentil 90. Ninguno se calificó por debajo de la media.

En suma, estos sesgos cognitivos contribuyen a la dificultad que implica evaluar el cambio en psicoterapia así como una capacidad disminuída para reconocer las dificultades inferenciales de las CSTEs.

Causas de efectividad terapéutica espuria

Describiremos a continuación 26 CSTEs que pueden llevar a las personas a concluir que psicoterapias inefectivas o incluso dañinas son efectivas. No se trata de una lista completa ni definitiva pero provee un buen comienzo como punto de apoyo para conceptualizar los desafíos que afrontan los clínicos, investigadores y pacientes cuando evalúan la efectividad psicoterapéutica.

Se han dividido las CSTEs en tres categorías. Estas categorías son conceptuales, no empíricas. Dentro de algunas CSTEs se incluyen las salvaguardas metodológicas para evitar sus efectos distorsivos.


Categoría 1: Percepciones erróneas de cambio terapéutico donde no lo hay


1. Efecto Placebo Ilusorio: se percibe una mejoría cuando no la hay.

2. Beneficios Paliativos: sentirse mejor respecto de los propios síntomas sin que hayan mejorado de manera tangible.

3. Confundir el insight (comprensión) con la mejoría: confundir/ equiparar la comprensión de un problema con la resolución del mismo.

4. Reescritura Retrospectiva del funcionamiento pre-tratamiento: creer que alguien ha mejorado como consecuencia de la tendencia a recordar el funcionamiento previo al comienzo de la terapia como siendo peor de lo que era (salvaguarda metodológica: tomar medidas de funcionamiento antes de comenzar el tratamiento).

5. Sesgo de la Respuesta de Cambio: cambiar la norma de evaluación con respecto al resultado como consecuencia del tratamiento.

6. Reducciones de los sesgos cognitivos: vincular las reducciones de los sesgos cognitivos al reporte de síntomas pre-tratamiento (salvaguarda metodológica: medir los sesgos cognitivos a lo largo de todo el tratamiento).

7. Características de la Demanda: es la tendencia de los pacientes a reportar mejorías de acuerdo a las hipótesis que ellos creen que tienen los terapeutas o investigadores (salvaguarda metodológica: utilizar medidas de resultados bajas en reactividad).

    El sesgo de confirmación puede llevar a los clínicos a prestar atención a los “aciertos” e ignorar los “errores”

8. El error del consultorio: confundir las conductas del paciente en sesión con mejorías en la vida del paciente (salvaguarda metodológica: reportes paralelos de mejoría por fuera de sesión).

9. Artefactos test-retest: es la tendencia de las puntuaciones en las medidas de psicopatología a disminuir de manera espuria en la segunda administración (salvaguarda metodológica: utilizar medidas de resultado con buena confiabilidad test-retest/no utilizar medidas que puedan tener una estructura de “salida fácil”, como responder “no” a todas las preguntas para no tener que ampliar).

10. Desconocimiento de los resultados en condiciones de control: se refiere a la falta de información que se tiene respecto a lo que hubiera ocurrido si el tratamiento no se hubiera administrado (salvaguarda metodológica: comparación con grupo control).

11. Deserción  Selectiva: se refiere a la tendencia de los pacientes que abandonan el tratamiento a mejorar menos que los que continúan en él (salvaguarda metodológica: medidas en pretratamiento y comparación de diferencias entre los que abandonaron y los que completaron tratamiento).

12. Sesgo de Cumplimiento: confundir la adherencia al tratamiento con variables que predicen mejoría (salvaguarda metodológica: medidas de adherencia al tratamiento/ comparación con la adherencia en los controles).

13. Atención Selectiva hacia los resultados: se refiere a la tendencia a elegir las variables de resultado en las que los pacientes están mejorando (salvaguarda metodológica: estudio doble ciego; explicitar predicciones  respecto de las variables y los resultados).

14. Memoria Selectiva respecto de los resultados: es la tendencia a recordar preferencialmente indicadores de mejoría en oposición a los indicadores de empeoramiento (salvaguarda metodológica: estudio doble ciego).

15. Interpretación Selectiva de los resultados: es la tendencia a interpretar cambios ambiguos como indicadores de mejoría (salvaguarda metodológica: estudio doble ciego).


Categoría 2: Interpretaciones erróneas de cambios en los pacientes que derivan de factores extra-terapéuticos


16. Remisión Espontánea: es la tendencia de ciertos problemas psicológicos a remitir por sí mismos.

17. Historia: se refiere a la enorme cantidad de eventos que ocurren en la vida de los pacientes por fuera del consultorio (salvaguarda metodológica: repetir medidas a lo largo del tratamiento; rastreo de eventos vitales por fuera del tratamiento).

18. Naturaleza cíclica de algunos trastornos: es la tendencia de algunos trastornos a aumentar y descender (salvaguarda metodológica: seguimientos a largo plazo).

19. Naturaleza limitada de los episodios: es la tendencia de los individuos con determinadas condiciones clínicas a mejorar una vez que los episodios han seguido su curso y finalizado (salvaguarda metodológica: seguimientos a largo plazo).

20. Regresión a la Media: se refiere a la tendencia de las puntuaciones extremas a volverse menos extremas en el retest (salvaguarda metodológica: usar medidas altamente confiables)

    Los terapeutas suelen concluir que ellos son los agentes causales activos aun cuando no lo son

21. Maduración: es la mejoría que ocurre por el desarrollo psicológico natural.

22. Interferencia por tratamientos múltiples: se refiere a la tendencia de las personas que comienzan un tratamiento a comenzar otros al mismo tiempo (salvaguarda metodológica: utilizar los tratamientos complementarios como co-variables en los análisis).

23. Error Diagnóstico inicial: errores en el diagnóstico inicial pueden resultar en inferencias erróneas de mejoría (salvaguarda metodológica: utilizar medidas de diagnóstico validadas y diagnosticadores bien entrenados; descartar causas médicas).

Categoría 3: Interpretaciones erróneas de cambios en los pacientes que derivan de los factores no específicos del tratamiento


24. Efecto Placebo: se refiere a la mejoría que deriva de la expectativa de mejoría (salvaguarda metodológica: inclusión de medidas de los mediadores propuestos; medición de expectativas).

25. Efectos de la Novedad: se refiere a la mejoría debido al entusiasmo con respecto a la perspectiva de recibir una nueva intervención (salvaguarda metodológica: inclusión de medidas de los mediadores propuestos; medición de expectativas).

26. Justificación del esfuerzo: los pacientes que invierten mucho tiempo, energía y dinero en un tratamiento suelen sentir la necesidad psicológica de justificar ese compromiso (salvaguarda metodológica: inclusión de medidas de los mediadores propuestos).
Implicancias: Humildad ante todo

Las CSTEs son en general ignoradas porque son no intuitivas. Además, son menos evidentes a la percepción que el fácilmente observable impacto del cambio en el paciente y por esto mismo, están destinadas a quedar en segundo plano. Como consecuencia, algunos clínicos pueden asumir erróneamente que pueden prescindir de la investigación y reemplazarla por la observación clínica informal.

El rechazo a adoptar prácticas basadas en la evidencia rara vez refleja un rechazo a la evidencia per se. Más bien se trata de la creencia equivocada de que las observaciones clínicas informales son tan confiables como la evidencia aportada utilizando las salvaguardas metodológicas.

    Pueden asumir erróneamente que pueden prescindir de la investigación y reemplazarla por la observación clínica informal

Las intuiciones clínicas y las observaciones informales juegan un rol muy importante en el campo de la psicoterapia, especialmente en la generación de hipótesis. Por lo tanto deberían ser consideradas como falibles pero a la vez importantes para ser evaluadas mediante evidencia sistemática.

Las CSTEs ocultan la imperiosa necesidad que tenemos los clínicos, investigadores y estudiantes de cultivar humildad. Todos estamos expuestos a las limitaciones del procesamiento de la información. Como consecuencia, todos los profesionales y los pacientes deberían permanecer escépticos frente a las proclamas de tratamientos “confiables” en ausencia de datos rigurosos. Las CSTEs nos recuerdan que aunque nuestras intuiciones pueden parecer adecuadas a veces, pueden estar equivocadas. Y así destacan los límites inherentes de nuestro conocimiento cuando lo aplicamos con un paciente en un tratamiento particular. Deberían servir, de este modo, para invitarnos a estar atentos a nuestra tendencia hacia la sobre-confianza y no fiarnos de ella.


Reseña del artículo Why Ineffective Psychotherapies Appear to Work: A Taxonomy of Causes of Spurious Therapeutic Effectiveness de Scott O. Lilienfeld et.al, 2014

Referencias

McCauley, R. (2011). Why religion is natural and science is not. Oxford, England: Oxford University Press.

Wolpert, L. (1992). The unnatural nature of science. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Bloom, P., & Weisberg, D. (2007, May 18). Childhood origins of adult resistance to science. Science, 316, 996–997.

Cromer, A. (1993). Uncommon sense: The heretical nature of science. New York, NY: Oxford University Press.

Ross, L., & Ward, A. (1996). Naive realism in everyday life: Implications for social conflict and misunderstanding. In E. S. Reed, E. Turiel, & T. Brown (Eds.), Values and knowledge (pp. 103–135). Hillsdale, NJ: Erlbaum.

Segall, M. H., Campbell, D. T., & Herskovits, M. J. (1966). The influence of culture on visual perception. Oxford, England: Bobbs-Merrill.

Lilienfeld, S. O., Ammirati, R., & Landfield, K. (2009). Giving debiasing away: Can psychological research on correcting cognitive errors promote human welfare? Perspectives on Psychological Science, 4, 390–398.

McArthur, L. Z. (1980). Illusory causation and illusory correlation: Two epistemological accounts. Personality and Social Psychology Bulletin, 6, 507–519.

Lassiter, G., Geers, A. L., Munhall, P., Ploutz-Snyder, R. J., & Breitenbecher, D. L. (2002). Illusory causation: Why it occurs. Psychological Science, 13, 299–305.

Taylor, S. E., & Fiske, S. T. (1978). Salience, attention, and attribution: Top of the head phenomena. In L. Berkowitz (Ed.), Advances in experimental social psychology (Vol. 11, pp. 249–288). New York, NY: Academic Press.

Langer, E. J. (1975). The illusion of control. Journal of Personality and Social Psychology, 32, 311–328.

Thompson, S. C. (1999). Illusions of control: How we overestimate our personal influence. Current Directions in Psychological Science, 8, 187–190.

Matute, H., Yarritu, I., & Vadillo, M. A. (2011). Illusions of causality at the heart of pseudoscience. British Journal of Psychology, 102, 392–405.